CAPITULO XXIV: El Magistrado Civil
3.24 Confesamos y reconocemos que imperios, reinos, dominios y ciudades son designados y ordenados por Dios; sus poderes y autoridades, emperadores en imperios, reyes en sus reinos, duques y príncipes en sus dominios y magistrados en las ciudades, son ordenados por el santo decreto de Dios para la manifestación de su propia gloria y para el bienestar de todos los seres humanos.(1) Sostenemos que cualquiera que conspire para rebelarse o para deponer los poderes civiles, debidamente establecidos, no son solamente enemigos de la humanidad, sino rebeldes contra la voluntad de Dios.(2)
Más aun, confesamos y reconocemos que estas personas colocadas en posiciones de autoridad, deben ser amadas, honradas, temidas, y apoyadas con el más alto respeto (3), porque son lugartenientes de Dios, y en sus concilios, Dios mismo se sienta y juzga.
Ellos son los jueces y príncipes a quienes Dios ha dado la espada para la alabanza y defensa de quienes hacen bien y el castigo de quienes hacen mal abiertamente (4). Más aun, sostenemos que la preservación y la purificación de la religión es el deber particular de reyes, príncipes, gobernantes y magistrados. (5) Ellos no sólo son elegidos para el gobierno civil, sino también para mantener la religión verdadera y suprimir la idolatría y la superstición. Esto se puede ver en David (6), Josafat (7), Exequias (8), Josías (9) y otros altamente reconocidos por su celo en esta causa.
Por lo tanto, confesamos y reconocemos que quienes resisten los poderes superiores, en la medida en que éstos acaten dentro de su propia jurisdicción, se oponen a los decretos de Dios y no pueden considerarse libres de culpa. Sostenemos, además que en la medida en que los príncipes y gobernantes cumplan responsablemente sus oficios, cualquiera que les niegue ayuda, consejo o servicio se los niega a Dios, quien por medio de su lugarteniente los requiere de ellos. 1. Rom. 13:1; Titus 3:1; 1 Pet. 2:13-14. 2. Rom. 13:2. 3. Rom. 13:7; 1 Pet. 2:17. 4. Ps. 82:1. 5. 1 Pet. 2:14. 6. 1 Chron. 22-26. 7. 2 Chron. 17:6, etc.; 19:8, etc.; 8. 2 Chron. 29-31. 9. 2 Chron. 34-35.
|